La comunidad dominicana aún llora la peor tragedia no natural de su historia reciente. La fe, la solidaridad y el duelo se entrelazan tras el derrumbe del techo en la discoteca Jet Set, que dejó 218 muertos y 184 heridos.
La noche del pasado 8 de abril, que prometía música y alegría terminó convertida en una de las escenas más dolorosas que ha vivido la República Dominicana. Durante una presentación del reconocido merenguero Rubby Pérez, el techo de la discoteca Jet Set colapsó, causando la muerte de al menos 218 personas y dejando a 184 heridas, muchas de ellas en estado crítico.
La tragedia ocurrió mientras el local se encontraba lleno. La caída repentina de toda la estructura superior, que incluía luces, equipos de sonido y aires acondicionados industriales, sorprendió a los asistentes y provocó un caos absoluto. Según las autoridades, el colapso fue tan devastador que solo quedaron en pie las cuatro paredes laterales del recinto.

Durante más de 48 horas, los equipos de emergencia trabajaron incansablemente en la remoción de escombros. Las labores fueron lideradas por el Centro de Operaciones de Emergencias (COE) y la Defensa Civil, con el respaldo de los bomberos, la Policía Nacional, entre otras autoridades.
Una pequeña franja del techo, sostenida por columnas reforzadas sobre el área del bar, fue lo único que resistió, evitando que el colapso fuera aún más catastrófico. El lugar permanece bajo vigilancia de las autoridades, mientras se desarrollan investigaciones técnicas para determinar las causas exactas del derrumbe.
La nación dominicana vive días de luto. Diversas instituciones, entre ellas comunidades religiosas, han convocado momentos de oración y reflexión. Este viernes se celebró una misa en la parroquia Jesús Maestro, presidida por el arzobispo de Santo Domingo, monseñor Francisco Ozoria, como un acto de fe y acompañamiento espiritual para los familiares de las víctimas.
Desde la Pastoral Juvenil Latinoamericana, nos unimos al dolor del pueblo dominicano y elevamos nuestras oraciones por quienes han partido, por los heridos que luchan por su vida y por las familias que enfrentan esta pérdida inmensa. En medio de esta tragedia, el compromiso cristiano nos llama a estar cerca, a servir y a no dejar que la esperanza se derrumbe junto a los escombros.
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