XVI ELARNPJ • Cochabamba 2009
XVI ELARNPJ • Cochabamba 2009
XVI Encuentro Latinoamericano de Responsables Nacionales de Pastoral Juvenil
¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras? (Lc 24,32)
Nosotros, mujeres y hombres, jóvenes y adultos, procedentes de 20 países del Continente, hemos participado, del 25 al 30 de octubre del 2010, en el XVI Encuentro Latinoamericano de Responsables Nacionales de Pastoral Juvenil en Cocha- bamba, Bolivia. Dentro del contexto de la Misión continental que nuestra Iglesia ha convocado para responder al tiempo de gracia que el Espíritu suscita hoy en América Latina, los agentes de pastoral juvenil: laicos, laicas, religiosas, religiosos, sacerdotes y obispos fuimos convocados por el Equipo Latinoamericano de Pastoral Juvenil y la Sección de Juventud del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) para discernir el tema Los y las jóvenes, discípulos misioneros para la vida de nuestros pueblos. La Iglesia nos ha invitado a Asumir una actitud de permanente conversión pastoral, que implica escuchar con atención y discernir "lo que el Espíritu está diciendo a las iglesias" (Ap 2:29) (DA 366). Ahora queremos compartir con ustedes el fuego que el Señor Jesús ha encendido en nuestros corazones al caminar con nosotros en estos días de oración, reflexión, escucha, trabajo y celebración.
Para nuestro proceso hemos hecho uso del método Ver – Juzgar – Actuar. Éste implica contemplar a Dios con los ojos de la fe a través de su Palabra revelada y el contacto vivificante de los Sacramentos, a fin de que, en la vida cotidiana, veamos la realidad que nos circunda a la luz de su providencia, la juzguemos según Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, y actuemos desde la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo y Sacramento universal de salvación, en la propagación del reino de Dios, que se siembra en esta tierra y que fructifica plenamente en el Cielo (DA 19).
La vida de los y las jóvenes ha estado en el centro de nuestro encuentro, igual que está en el centro del corazón de la Iglesia que ha renovado una vez más su opción preferencial por ellos, de manera realista y efectiva, (Cfr. DA 446a). Aproximarnos a los jóvenes y escucharles nos ha permitido constatar los signos de vida y los signos de muerte existentes en tres dimen- siones fundamentales de nuestro existir, a saber: la juvenil, la social y la eclesial. Dar nueva vida a un proceso eclesial con y desde los jóvenes implica conocer y discernir estos signos para responder a los desafíos que plantean a la juventud de nuestro continente. Es hacer de nuevo la experiencia del misterioso caminante que se acercó a los discípulos que iban de camino: Jesús se acercó y siguió con ellos... El les dijo "de qué discuten entre ustedes mientras van andando" (Lc 24, 15.17). Es aprender a escuchar antes de proponer un mensaje.
Para que el proceso de reflexión que hemos mencionado no sea una visión parcializada, en un segundo momento de nuestro caminar buscamos iluminar la realidad que contemplamos. En esta parte resultaron indispensables dos elemen- tos: el texto de la Escritura de los discípulos de Emaús (Lc 24, 15 - 35), que ha sido la clave para interpretar nuestro proceso estos días, y el espíritu presente en la reflexión de nuestra Iglesia en Aparecida (DA). Empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras. (Lc 24, 27).
Descubrimos, con la lectura orante de la Palabra, como el Señor nos sigue explicando su presencia en nuestra historia. Él continúa invitando a los jóvenes a ser sus discípulos misioneros en las circunstancias actuales. La Iglesia nos propuso un modelo para profundizar nuestro vínculo con Cristo (DA 278), y esto implica asumir una actitud de permanente conversión personal y pastoral (DA 365 – 372).
Levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos (Lc 24, 33). Al finalizar nuestro encuentro, sentimos este profundo deseo de levantarnos y volver a nuestros pueblos, de volver al corazón de la Iglesia y de volver a encontrarnos con los y las jóvenes para compartir con ellos su vida en Jesús. Por eso nos comprometemos, delante de Dios y de ustedes, a continuar luchando por revitalizar la pastoral de juventud del Continente para que ésta se convierta cada día más en camino que lleve a muchos y muchas a encontrarse de nuevo con el Dios de la vida, para seguir construyendo con Él una nueva civilización del amor. Queremos que este compromiso se manifieste en gestos concretos de misión y servicio, que sean reflejo de la acción del Resucitado en nuestras vidas y en la vida de la juventud del continente.
Finalmente ponemos todos nuestros afanes bajo el maternal cobijo de María, a quien estos días hemos aprendido a llamar como Nuestra Señora de Urkupiña. Ella que veló por los primeros pasos de Jesús, velará también por los pasos que damos ahora buscando revitalizar el proceso de la pastoral de juventud de nuestro continente y nos acompañará al III Congreso Latinoamericano de Jóvenes, en septiembre del 2010 en los Teques, Venezuela. Agradecemos también a los hermanos y hermanas de Bolivia, quienes nos han hecho sentir en casa con su calurosa hospitalidad, nos han iluminado con sus riquísimas culturas y nos han recordado que todos somos parte de la misma familia, comprometidos en la oración por el bienestar de este hermoso país y de toda Latinoamérica y El Caribe.
Mons. Mariano José Parra Sandoval. Obispo de Ciudad Guayana, Venezuela. Obispo Responsable de la Sección de Juventud del CELAM.
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